sábado, 9 de noviembre de 2013

"… Somos una especie. Somos polvo de estrellas cosechando su luz. Nuestras vidas, nuestro pasado y futuro están vinculados al Sol y la Luna y las estrellas…"

   Carl Sagan,  de la serie 'Cosmos' ( capítulo final )



Polvos de talco



   
   Alguien me dijo una vez que le gustaría poder abrir un paréntesis en el tiempo para vivir aventuras sin tener que pagar las consecuencias que estas le acarrearían. No es fácil hacerlo. Tampoco acostumbra a ser sensato. Más tarde o más temprano nuestros fantasmas resucitan, salen de sus armarios, de debajo de la alfombra donde los hemos escondido para que no molesten y se plantan en mitad de nuestra historia sin preocuparles si matan o aporrean. No es su culpa. Ellos sólo hacen lo que les enseñamos a hacer, atreviéndose quizá a dar vida a nuestros más íntimos e inconfesables deseos. No entienden de armarios, de cárceles, de olvidos. No quieren abandonarnos del todo, porque saben - y lo saben bien - que nosotros no queremos perderlos para siempre ¿Acaso saldríamos ganando algo? Los necesitamos para conservar la cordura. Para recordarnos que aun estamos vivos, cosa que a menudo olvidamos.
     Es durante la noche que me visitan los fantasmas, mis particulares espectros del presente, del pasado y quién sabe si también del futuro. Suelen ser visitas fugaces, efímeras , espaciadas en el tiempo sin tener predilección por una determinada época; pero siempre, siempre son visitas amables. Robamos así tiempo y espacio a la cotidiana monotonía. A la gris  sucesión de jornadas sin nada digno de recordar. Instalamos dentro de esos paréntesis las aventuras no vividas, las frases que quedaron en el tintero, las pequeñas infamias que no tienen cabida en el mundo de los formales. No cambio esos momentos por nada.
   A veces, algunas veces, la noche se alarga. La sutil membrana que separa realidad y ficción tiene disimulada una rendija que uno y otros aprovechamos para traspasar la frontera y devolvernos la visita; ahora en tu casa, otro día en la mía. Instalar un paréntesis en nuestro propio jardín, en nuestros dominios, entraña aparte del riesgo y las emociones asociadas al mismo, el añadido de jugar y el miedo de perder. Más riesgo al fin y al cabo . Se multiplican y reviven más los fantasmas a la par que uno mismo, en un festival de contradictorias emociones. Renovando los humores con el fin de purificarlos. Aun así el precio no es barato: duele. Cerrar un paréntesis, aun de forma temporal, es siempre triste pues cada encuentro lleva asociada una separación. Cada nueva amistad una nueva preocupación. Cada posibilidad de romance un nuevo dolor.
     Así es la vida de los mortales. Así es nuestra efímera y fugaz existencia. Siempre queriendo ganar sin arriesgar, sin dar nada a cambio. Imposible. Lo sabemos. Pero aun así lo seguimos intentando una y otra vez. Dejando cada vez más cicatrices dentro y fuera, queriendo creer que eso servirá de algo. Que dejaremos huella. A lo mejor. 
        Huella en el camino.  Camino de reyes. Camino de reinas y princesas. Camino de estrellas. Polvo del camino. Polvo de reyes. Polvo de reinas y princesas. Polvo de estrellas.
   Polvo de talco.
     
    
   Amigo lector, da igual de qué estás hecho, da igual de dónde vienes y a dónde vas. Siempre podrás llamar a mi puerta. Siempre podrás tener tu paréntesis. ¿Querrás?
    Yo estaré aquí esperando. Como siempre.

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