miércoles, 27 de marzo de 2013



   'La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte.'
           
       de 'Una noche en la ópera' - Groucho Marx.


              De la pantonimia y la reluctancia


     Si tenemos en cuenta las actuales circunstancias, que favorecen un clima tan ensordecedor como poco ameno, podríamos pensar que se trata de una broma o de un cuadro inacabado. Pero eso es sólo la impresión que daría a los ojos poco entrenados. La capacidad de adaptación que caracteriza a quienes poco o nada confían su rumbo a vientos domiciliados provoca que debamos plantearnos alternativas.
    La propia idiosincrasia de nuestros órganos sensoriales favorece que en época de carencias subliminales  debamos recurrir a estrafalarias y macarrónicas soluciones. Por más que éstas nos parezcan fuera de todo lugar y lejos de nuestro alcance, no dejan de ser una alternativa válida a la costumbre. Acaso estemos desechando elementos o malbaratando recursos mientras nos empecinamos en novelar - a veces de forma sistemática y escatológica - lo que nunca atrajo nuestra atención como individuos.
   Los indicadores apuntan - y esto no lo digo yo, lo dicen los expertos - a que todo debería ser de cualquier otra forma o, de no poder cambiarse, dejarlo como está pero de lado. ¡Sí , claro! -pensarán algunos de ustedes- ¡eso ya llevo yo diciéndolo hace tiempo! Pero la duda que se nos plantea es: ¿ Han pensado las consecuencias de esto que afirman? Seguramente no, debido probablemente al amodorramiento postmatutino o al transformismo neuronal imperante en nuestros días. Por poner un ejemplo: si nos atreviésemos a mezclar churras con merinas   - cosa que algunos ven del todo imposible - quizá nos asombrase el resultado. Bien podría ser que obtuviésemos frisonas, retintas o torbiscales. Aunque lo más probable es que acabásemos perdidos en una maraña heterogénea de pelo, astas y pezuñas sin saber dónde y para qué está cada cosa. De cualquier manera nada de eso tendría que ser obstáculo para continuar en nuestro empeño.
  Debemos pues en consecuencia interactuar con las variables, a fin de conseguir una mayor eficiencia y claridad en nuestros objetivos. No escatimemos esfuerzos ni caigamos en el desánimo cuando nos digan - siempre se encuentra a alguien que cree saber más que uno - que deberíamos tomar más cereales y vestir de traje los domingos. ¡Como si el asunto de las mitocondrias fuese tema baladí! No nos dejemos engañar por tan burda estrategia.
   Aplicando correctamente estos principios deberíamos llegar más temprano que tarde - o quizá ya pasadas las diez - a la conclusión de que : ' Si estamos donde estamos es porque hemos venido y/o no nos hemos marchado '. Sesudos y costosos estudios lo avalan a la par que lo certifican. De no hacerlo así no nos quedará otra alternativa que apagar el cigarrillo, vestirnos y abandonar la habitación sin hacer ruido.
       Todo esto va para examen. Buenos días.




     Amigo lector cuídate y no olvides repasar tus apuntes. Para cualquier duda estaré donde siempre. Aquí.
   

       
   

   

martes, 26 de marzo de 2013

  '¡Oh, la saeta, el cantar 
al Cristo de los gitanos, 
siempre con sangre en las manos, 
siempre por desenclavar! 
¡Cantar del pueblo andaluz, 
que todas las primaveras 
anda pidiendo escaleras 
para subir a la cruz! 
¡Cantar de la tierra mía, 
que echa flores 
al Jesús de la agonía, 
y es la fe de mis mayores! 
¡Oh, no eres tú mi cantar! 
¡No puedo cantar, ni quiero 
a ese Jesús del madero, 
sino al que anduvo en el mar!'


 Antonio Machado


                 De lluvias, de sol y de pasión



    Como se que no te gusta la lluvia te la regalo. No para tí, no es eso. La lluvia - al igual que el viento - no es de nadie. Te la regalo estos días en que esperas un cielo radiante, o al menos tranquilo. A mí tampoco me gusta que llueva, sobre todo los días que ya he hecho planes. Planes tan importantes para mí como pueden serlo los tuyos para tí. Recuerdas los días en que esos planes eran los mismos, los tuyos y los míos ? Seguro que sí. Siempre supimos que los dos éramos unos rencorosos. Buena gente sí, pero rencorosos.
    Tu dios y mis dioses no son los mismos pero se soportan y conviven en paz. Siempre lo hicieron y siempre lo harán. Aunque vengativos, siempre fueron tolerantes y  más dados a la fiesta que a la guerra  -justo al revés que nosotros- .Pero eso no quita que sean aficionados a las bromas, especialmente si son pesadas. Debe ser aburrido eso de ser divino y poderoso. No se si tengan muchas cosas para divertirse dondequiera que habiten. Por eso, a veces, y cuando se les trata de forma adecuada, nos escuchan y les complacen nuestras sugerencias; las hacen suyas y se entretienen fastidiando a esos molestos y egoistas seres que poblamos este correoso mundo. Seguro que hasta les parecemos graciosos, con nuestros aires de importancia, de saberlo todo, de merecerlo todo. En realidad no se qué deben pensar de nosotros. Tampoco me importa un rábano. Hago mis ofrendas y rezo mis plegarias según mi creencia y con eso todo debería estar en orden.
    A lo mejor por considerarme infiel, tu dios no me dejó ver sus ceremonias desde más cerca. Fue su castigo particular hacia mí por no tomármelo del todo en serio. Quizá sean los míos los que quisieron evitarme más de un sinsabor que me hubiese amargado un poco más la mísera existencia.Ya puestos a pensar mal también podría ser que la lluvia que hoy te hace torcer el gesto te la envíe el tuyo como recuerdo - o castigo, quien sabe - de tu actuación de aquellos días. Comoquiera que sea eso demuestra que no son tan diferentes en el fondo ya que sí en las formas. Igual que nosotros. Que tú y que yo. 
  Los verdaderos dioses.


  Con lluvia o sin ella sigo aquí. Cuando vengas también estaré. Mientras tanto cuídate.




sábado, 23 de marzo de 2013

 'Yo la sentaba en mi regazo,
enloquecía sólo a su contacto.
La he conservado en la memoria.
Tal como estaba.
Siempre a mi lado.
Nunca me juró su amor
lo creía eterno yo.
Y ella me sonreía y
miraba hacia el mar.'


 De 'La mataré' - Loquillo y Trogloditas





   Teatro de primavera y cines de verano


    Me miras como quien contempla el paisaje desde la ventana, como a aquel jarrón que nunca te acabó de gustar. Yo, como tantos, sólo soy parte del decorado. A veces molesto y aparatoso, pero necesario para el cumplimiento del guión. Pieza más o menos sustituible para mayor lucimiento de la estrella central de tu película.

     Hace tanto que tienes careta que ya no recuerdas la última vez que dijiste verdad. Vivir muchas vidas resulta cansado, pero es buena norma para no envejecer. Tener memoria es recomendable si no quieres echarlo todo a perder. '¿Qué tal se encuentra tu madre? ¿ Por qué me preguntas ? ¿Por qué ?'
    Tener ayudante te sirve; te evita más de un papelón. 'No está en este momento, le salió un tema imprevisto y se ha tenido que ir al teatro. Que sí, que la vi con mis ojos. La llevaba del talle un señor'.  Siempre hay quien se ofrece gustoso para comerse por tí el marrón. Quizá tu dinero te cueste, no me atrevo a decir yo que no. Al fin y al cabo, con favor se paga  favor. Tanto da si eres dura de cara o lo haces sin demasiada intención. Si te falta tela en la falda o eres de fácil calzón.
   Gastar suela en seguirte no resulta ser buen negocio. Desafiar a la banca en su casa no acostumbra a llenar el colchón. Jugué contra cartas marcadas y  me acusaste de mal perdedor.  'Lo tomas o lo dejas Ulises. Si no te gusta, puerta y adiós!' Ojalá resultara tan fácil, mandar al carajo y quedar tan señor. Siempre hay sirenas con babas que hacen ver que piden perdón. Escucharlas o no es mi gusto; aunque a veces no tengo ni opción. Después nada va a ser distinto. No digo que no me advirtió.
    Al final, como todo, si pasa, porque pasó. Hay cosas que hacen daño al comienzo, pero luego más tarde, luego ya no.
   


     Y si ese día llega, espero que me pille lejos y con mucho que hacer. Pues de todos es sabido que en una misma piedra se rompen los cuernos cuando éstos no dejan de crecer. Y no resulta de muy listos levantarse para volver a volver a caer.



      

   Me concedo permiso para dar un consejo que nadie me ha pedido. Pero al fin y al cabo este es mi espacio y, como iré advirtiendo de vez en cuando para que no se olvide, escribiré lo que me venga en gana.


Amigo lector, guárdate de jugar a juegos cuyas reglas cambien a mitad de partida. Eso sí, asegúrate de leer bien las instrucciones antes de comenzar. Te evitará disgustos y pagos de bebidas.


       Espero volver a verte a tí por aquí. A los demás, quizá no.





      


martes, 19 de marzo de 2013

  'Vivo en un camión sin ruedas
al lado de la carretera
a mil kilómetros de tí
Y allí donde se esconde el sol
donde se pierde mi voz
estoy seguro que te encontraré '


De 'Cielo del Sur'  - La Frontera

                             DEL ESPACIO, BREVE  E INFINITO                                                     


  Juntos coleccionaban latas de galletas. Primero llenas. Más tarde, consumidas ya, vacías. Las encontraban útiles a la par que decorativas.Tenían prohibido regalarse cactus pero a los dos les gustaban. Les atraía esa lentitud eterna de lo que siempre permanece sin necesidad de estar muerto. Las espinas les aterraban y a la vez les fascinaban, será por esa capacidad de una humilde e inmóvil criatura para defenderse y causar - a veces de forma injusta- dolor. También les gustaban las rosas.
   Ella reunía monedas de poco valor. Muchas. Iguales. Diminutas. Las apilaba en cualquier rincón. Las conocía y las mantenía en ordenado desorden. A veces, si juntaba muchas, las devolvía a la vida comprando alguna cosa para colocar en el hueco que ocuparon. Él atesoraba recuerdos. Miradas. Caricias. Olores. En alguna ocasión, tras mucho batallar, una imagen en forma de fotografía. Eternidad envasada en papel; souvenir para turistas. Siempre ocuparon un lugar destacado en su galería.
     Competían practicando las artes. Ninguno aventajaba demasiado al otro, no por falta de aptitudes; era pura camaradería, mero divertimento. ¿Qué valor tiene el arte sin alegría? Cambiaban el nombre a mil juegos ya inventados. Cualquier acto debía ser una fiesta; si no, era basura. Las discusiones un ritual, un preludio, otro juego más. Mezclando de forma contínua frío con calor; cielo e infierno.
    Ella tomaba café. No podía quitarle el sueño pues de normal no dormía. Él bebía cerveza o brandy. Su mente necesitaba adormecerse para no sufrir un empacho de realidad. Él le preparaba el café y se lo servía. Ella le vaciaba sus botellas a escondidas. Los dos pensaban que hacían un bien al otro.
    Ella le mostraba donde estaban las estrellas. Le enseñó sus nombres. Él nunca los aprendió, quería que ella estuviese siempre allí para recordárselos.  Las vieron caer en lluvia de agosto.
    Uno miraba al Norte en busca de libertad ansiada. Otro al Sur para encontrar la vida añorada. Sus miradas se cruzaron un instante. El mismo andén; dos trenes con direcciones opuestas.
    Él juega ajedrez. Ella juega a las damas. Los dos juegan al póquer.
    Él escribe cuentos. Ella tarjetas de cumpleaños. Los dos hacen crucigramas.
    Él pinta óleos. Ella hace pasteles. Los dos dibujan rosas y las adornan con acuarelas.


           Él sueña. Ella busca. Los dos esperan.


     Yo también. Te espero aquí. Recuérdalo.    


lunes, 18 de marzo de 2013

  ' Las flores de la primavera salen,
como el apasionado dolor del amor no dicho;
y con su aliento, vuelve el recuerdo de mis canciones antiguas.''
Rabindranath Tagore.
 

Un cuento de flor y primavera

       Los encuentros fueron al principio casuales, sin un motivo claro ni una periodicidad concreta. Decir que uno u otro los provocaron hubiese sido faltar a la verdad. También lo es llamar encuentro a un coincidir en una escalera, a doblar una esquina o a saludarse en la fila del bus. Pero ya se sabe, las ganas buscan siempre su camino y se alimentan de migajas de realidad como promesa de algo que quizá no llegará.
     Según fue avanzando la estación se presentaron más oportunidades. Un comentario en el momento oportuno, una sonrisa que acaba en carcajada y algún entrechocar de dioptrías fueron aplanando un camino que de tan difícil ni existía en un principio. El azar también puso mucho de su parte, no le neguemos su mérito. Un traslado repentino les hizo acabar formando parte del mismo departamento: ventas.
     Las cosas pintaban bien. Al menos eso opinaba el sector más liberal de nuestros protagonistas. Para el resto ni pintaban ni dejaban de pintar. El cuadro sencillamente no existía. La diferencia de edad, un abismo. La indisolubilidad de la pareja - ni siquiera durante unas horas, eh! -, una firme y arraigada convicción. La inoportuna justicia de la  ley de la gravedad aplicada a las ubres - que a diferencia de otras leyes,  más castiga a quien más tiene -, un motivo más para el desánimo. Y así podría seguir enumerando excusas y razones con diversos grados de acierto.
    No contaba con el optimismo del ingenioso y - para qué negarlo - enamoriscado pretendiente. Para cada traba tenía él una solución. La edad nunca es un problema una vez aparecidas las primeras canas. La gravedad, como la mayoría de leyes, también admite trampas ya sean físicas o químicas o una combinación de las dos. Además,  mejor tener que desear. El asunto de las creencias era ya más delicado, pero ya se le ocurriría algo. La suerte tiene a veces caprichos extraños y quiso venir en su ayuda.
    En realidad suerte siempre hay, lo que pasa es que a veces no se trata de buena suerte. Todo depende de en qué parte se sitúe el observador. Pero no es este el tema a discutir ahora. Pues como decía, sucedió que la suerte -buena para unos y mala para otros- determinó que la otra parte de la indisoluble pareja fuese víctima de un infarto mientras se saltaba a la torera el tan desfasado voto de fidelidad. Puso fin la muerte a algo que las leyes de los hombres no podían remediar.
    El resto, vino casi solo. Una tarde de viernes, después de una interminable reunión de trabajo, las tensiones acumuladas durante meses o quizá años  provocaron el llanto desbocado. Y allí estaba él, que tan pacientemente había aguardado ese momento, preparado para consolarla. Una mano tendida, un amistoso y cálido abrazo y un hombro para recibir todas las lágrimas que le quisieran regalar. De ahí, una inocente invitación a la charla en lugar más apartado y discreto. Más tarde, las miradas blandas, el roce de suaves manos y los labios se acercaron hasta más allá de la amistad. 
   Pero no. No hubo más caricia, no hubo beso. Acabó el encuentro con un sencillo 'hasta mañana'. Regresó cada cual a su casa sin más explicación. 

    Ahora, aunque ajenamente me avergüence contarlo no me queda otra, pues para eso estoy aquí y hasta aquí os he hecho llegar. Lo que sucedió es sencillo de imaginar si tenemos en cuenta que la halitosis nunca fue buena amiga de la pasión.


     Como me gustaría que fuera costumbre,  tampoco este cuento tiene moraleja.




  Hasta pronto. Cuida tu salud, y a poder ser tu higiene personal también.

 Estaré por aquí.


   

martes, 12 de marzo de 2013




'Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes.'

   Julio Cortázar -  Rayuela


De noche mágica, Supersónica.



     Las veces que he vuelto a verte ha sido casi siempre de noche. Al menos para mí. No quiero arriesgarme a que me descubras. Temo demasiado un final de los acostumbrados. No me queda otra que deslizarme entre tus muros - cualquier resquicio es válido - para observarte en tu devenir cotidiano. Un bostezo, ese arreglarse descuidadamente el pelo, tomar un libro de la estantería, sentarte en el sofá o preparar el omnipresente café. La más insignificante rutina representa un tesoro para añadir a mis escasos y difuminados recuerdos.

    Aliñan mis furtivas y esporádicas visitas el virtual -y no por ello menos real e intenso- temor a que me descubras. ¡ Qué seria de la vida sin el sabor del miedo en la garganta ! ¡ Del riesgo gratuito por amor a lo que no es ! Eso hace de mis in(ex)cursiones algo merecido de vivirse. Dando energía para aguantar del tirón unos cuantos días con la semi-sonrisa dibujada mirando a la galería. Quizá sepas de qué te hablo. 

   A veces fantaseo con la posibilidad de un reencuentro, casi siempre de manera fortuita. Cae dentro de lo posible. Conociéndonos a lo mejor era incluso pactado o provocado a la brava. Como sea sirve para el ejercicio con el que me distraigo cuando aprieta la falta. 
  Una sorpresa de venas abiertas, oxígeno agrio, contracciones y risa bañada en llanto. Vendría luego un estar en la luz a dos palmos, mirándolo todo como si fuera nuevo a pesar de que nunca hubo mañana. Inventados ya todos los presentes aparecería más temprano que tarde la mueca, precursora o consiguiente del recuerdo de adónde te dirigías.  Los vivos no nos acomodamos a los armarios. Pero cualquier excusa debería bastar si el objetivo es claro. El temido desenlace conduce sin margen de error a bizantinas y hertzianas discusiones que desembocan en el océano del silencio prolongado. Hasta que la rueda, cada vez más grande, complete otra vuelta.

   
    Y es por todo eso, porque nos conozco, por lo que todo queda en mera conjetura. Mis visitas - no sabría decirte si cada vez más espaciadas - tienen lugar en la impunidad que otorga la invisibilidad y la noche. Se conforma y se protege de esta guisa mi maltrecha maquinaria en espera del inevitable destino. Tiene - al menos así yo lo veo - una ventaja : ni tú ni yo envejecemos. 
     Nos conservamos bellos.


       En tu caso es una obligación.

     

lunes, 4 de marzo de 2013

 ' CARGAN CON NUESTROS DIOSES Y NUESTRO IDIOMA 
NUESTROS RENCORES Y NUESTRO PORVENIR 
POR ESO NOS PARECE QUE SON DE GOMA 
Y QUE LES BASTAN NUESTROS CUENTOS PARA DORMIR '


 De 'Esos locos bajitos ' de Joan Manel Serrat
   




 Cuento rápido a media moral


     Dos hermanas, aburridas, deciden una tarde tirarse al tren. 

    De resultas de aquel arrebato una quedó embarazada dando a luz, al cabo de unos meses, a cinco lindos trenecitos. Del padre poco o nada más se supo. Vida movida y ajetreada la de los trenes.  Tuvo que sacarlos adelante ella sola. Una existencia llena de sacrificios, desvelos y fatigas donde todo era poco para sus hijos. Consiguió su objetivo aun a costa de ovidarse de vivir su propia vida. 
  Los trenecitos crecieron y andan siempre viajando de un lado a otro ocupados en tareas importantes propias de su condición. Muy de tarde en tarde, siempre con prisas y casi por obligación, visitan a su madre. 

    La otra hermana, de natural envidiosa, al ver que ella no obtuvo nada de aquel encuentro ferroviario se dio a lo que se conoce como mala vida. Se dedicó desde entonces a tirarse a todo lo que pilló por delante. Se mezcló con personas, animales y cosas de todo tipo. Acumuló, sin apenas darse cuenta, conocimientos y experiencia. En uno de esos giros que da la vida se encontró también dueña de una gran fortuna. 
   Aquellos trenecitos  hijos de su hermana - a la que retiró la palabra el mismo día en que ellos nacieron- hoy la llaman 'Tiíta querida', la ven tanto como pueden y la llevan a todas partes. Por supuesto sin cobrarle el pasaje.

   Moraleja:  No, no hay.
   


  Cuídate, amigo lector. Especialmente si has de tomar un tren.
  No olvides que te estaré esperando.